Vergüenza y Riesgo
Antes de abordar el tema, quisiera definir algunos conceptos que se prestan a diversas interpretaciones, entiendo por homosexualidad una conducta que consiste en relacionarse afectiva y/o eróticamente con personas del mismo sexo, por ejemplo un hombre y un hombre, ahora bien tratándose de una conducta, entre las numerosas que una persona puede ejercer, ésta no define a la totalidad del individuo, ni da cuenta de su identidad o de sus afectos. Homosexual sería entonces aquella persona que tiene conductas predominantemente homosexuales, como comenzar a conformar la percepción de sí misma y/o su proyecto de vida entorno a esta conducta y sea capaz de trascender la esfera afectiva-sexual incorporando las emociones, entonces hablamos de ser gay o de ser lesbiana y esto es lo que comprende una identidad sexual.
Desde pequeños recibimos información que va conformando nuestro sistema de creencias, nuestros valores, la forma en que interpretamos el mundo que nos rodea, y también cómo nos percibimos, cómo nos significamos y valoramos a nosotros mismos. Aprendemos que algunas conductas se consideran “buenas” (aceptables para la sociedad) y otras que se consideran “malas” (rechazadas por la sociedad). Toda sociedad instrumenta sistemas que evitan que hagamos lo que se considera malo. Estos sistemas pueden ser de dos tipos: externos e internos. Como sistemas externos están las leyes, los castigos como por ejemplo la agresión, la discriminación, restricciones de diversa índole y otras formas de violencia o de sanción social. Ahora bien, los sistemas internos (de autorestricción) por excelencia son la vergüenza y la culpa.
Nuestra cultura califica a la homosexualidad con diversos adjetivos como: defecto, alteración, enfermedad, perversión, pecado, etc., y en consecuencia la persona homosexual siente el impulso de ocultar ese aspecto de su ser con un doble propósito: preservar su propia integridad (aún hay países en los que se trata como un delito castigado incluso con la muerte) y para preservar los lazos sociales que lo proveen del soporte externo necesario para la experiencia de la vida. Sin embargo es imposible ocultarse de sí mismo. La orientación de la percepción de todo organismo puede ser hacia adentro (hacia sí mismo) o hacia afuera (hacia el ambiente que lo rodea), y en ese sentido se encontrará con una oposición o rechazo, como puede ser manifestada en homofobia (por definición es el rechazo de los sentimientos, y conductas homosexuales que se expresa a través de sentimientos negativos, actitudes y conductas dirigidas en contra de las personas homosexuales).
La homosexualidad es usualmente combatida y en el mejor de los casos es tolerada, pero difícilmente escucharemos que sea apoyada, respetada o reivindicada, como no sea por los diversos grupos homosexuales. La discriminación, el rechazo, la marginación, el chantaje, y otras formas de violencia y el sentimiento de vergüenza, dan cuenta de que la sociedad persiste en disuadir al homosexual de aceptar sus sentimientos y sobre todo de actuar en concordancia con los mismos. Todo esto provoca trastornos de personalidad eventualmente graves a causa de la ruptura entre el sentir y el actual.
Los adolescentes gays y lesbianas, según estudios realizados en Canadá, Australia, Francia y Estados Unidos, estás desde seis hasta catorce veces más expuestos a intentar el suicidio que los adolescentes heterosexuales. Siguiendo el patrón de “mejor muerto que homosexual”, alrededor de la mitad de los jóvenes que intenta el suicidio suele hacerlo por motivos relacionados con su sexualidad. En terapia de adolescente y hombres homosexuales, se presentan sensaciones de inadecuación, de falta de sentido, confusión en la identidad de género, pánico frente al posible rechazo, miedo a la anormalidad, soledad, búsqueda de algún tratamiento que modifique su preferencia sexual, y otras que evidencian la falta de apoyo familiar o el temor a dicha falta.
Las estadísticas de suicidio suelen englobar estos casos bajo el diagnóstico de “depresión” y en consecuencia encubren los verdaderos móviles que llevan a estos adolescentes a la muerte. Hay profesionales cuya dificultad para aceptar a un ser humano que se siente diferente, sumada a la propia inseguridad les lleva a tomar como único parámetro válido la propia preferencia sexual, en consecuencia descuidan o maltratan a estos jóvenes instándonos a hacer modificaciones en su orientación sexual, las que pueden ser posibles a nivel de la voluntad pero no a nivel emocional – afectivo, sin embargo, intentar cambiar la preferencia sexual de una persona no es más que una forma más de discriminación, con consecuencias que pueden ir desde un aumento en los sentimientos de vergüenza, inadecuación y fracaso, hasta trastornos de personalidad: depresivos, paranoides, situaciones de riego y descuido y/o autoagresión.
Es muy alto el riesgo a que se encuentran expuestos los adolescentes en general, y sobre todo los homosexuales que se vuelven blanco de agresiones en la escuela, en sus colonias o incluso en su propia casa; se encuentran faltos de apoyo y sometidos a una cuota adicional de estrés que en muchos casos los excede. La mayor parte de ellos no ha tenido acceso a información adecuada sobre su propia sexualidad y han sido expuestos a situaciones embarazosas, bromas, abusos diversos o chistes degradantes. Los adolescentes homosexuales presentan una estadística de abuso infantil que excede el ochenta por ciento. Muchos de estos adolescente que crecen en ambientes homofóbicos suelen ver el suicidio o el abuso de drogas como una salida posible y se encuentran muchos más predispuestos a enfermedades mentales que quienes crecen en un ambiente de mayor apoyo familiar. Este aspecto del soporte familiar como sabemos es básico en la conformación de la personalidad independientemente de la preferencia sexual de una persona.
Las opciones que se presentan a una persona homosexual son básicamente dos: o niega parte de su ser con las consecuencias en contra del sentirse pleno en todas las esferas de su vida); o enfrenta la vergüenza de ser quien es y la consecuente “amenaza de exilio” a dos probabilidades una que es el camino de la vergüenza y la homofobia, que lo puede llevar al propio descuido (autoagresión, sexo sin protección, relaciones de riesgo); o bien al camino en el que encuentre el apoyo de la familia, que le permitirá definir su propia personalidad.
El desafío, para una persona homosexual que desee apropiarse de su derecho a la felicidad, será desarrollar lo que en psicología se conoce como resilencia (que es la capacidad de salir fortalecido de eventos traumáticos) frente a las diversas formas de rechazo y/o maltrato. Esto sólo se consigue transitando el complejo proceso al que se denomina “coming out” o “salir del clóset”. Esta es una condición indispensable para quien desee trascender el mero acto sexual y desarrollar una identidad positiva que integre su deseo, sus afectos y su forma de actuar, en términos gestálticos “hacerse responsable de lo que siente”, dignificando así sus sentimientos, la posibilidad de ser feliz y nada menos que su ser persona.
Muchas personas hablan de “elección homosexual”, y la homosexualidad no es en modo alguno una elección, no podemos elegir lo que sentimos, ¿en algún momento de la vida nos hemos planteado si elegir como pareja a un hombre o a una mujer? Simplemente el propio deseo emerge como figura generalmente clara y lo tomamos en cuenta o lo ignoramos. ¿Quién elegiría algo a sabiendas que provoca rechazo, desagrado, temor, pena, odio, maltrato, prejuicio?
El deseo no dejará de existir, y quien lo experimente no dejará de ser quien es. Lo que puede ocurrir es que se niegue ese deseo, no sólo perdiendo la posibilidad de hallar satisfacción y condenándose a ser una persona frustrada e incompleta, sino perdiendo un sentido de dignidad, de integridad y de respeto a si mismo.
Para concluir, citaré al Dr. R Duranti (NX Dossier 2003): “Aquellos que no pueden ver su sexualidad positivamente y viven su homosexualidad como algo clandestino, quedan confinados al sexo marginal que tiene que ver con la imposibilidad de tener opciones”.
El proceso de identidad sexual es un proceso que para las personas heterosexuales se da de forma natural, sin cuestionamientos acerca de las implicaciones sociales que repercuten en su preferencia sexual. ¿Padres de familia, hermanos, tíos, primos de una dejaremos sin apoyo, sin afecto, sin amor, sin sostén emocional a una persona homosexual?
Nuestra responsabilidad social que como mínimo necesitamos cumplir es el respeto por las personas que nos rodean independientemente de su raza, credo, sexo, y preferencia sexual.
Si sabes de una persona que enfrenta la problemática descrita, no dudes en que necesita ayuda profesional, así que dales este artículo y los datos que a continuación aparecen.
No importa la orientacion sexual que tengas ya sea Heterosexual, Homosexual y Bisexual debes de ser tratado de la misma forma y no ser discriminado(a) por tu conducta sexual.
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